domingo, 21 de abril de 2024

El jardinero de Marte y el terrorista botánico (relatos de ficción).


Dibujo de bolígrafo, rotulador y editor digital del autor de esta entrada.


En una zona profunda del fondo de un desfiladero en el Valle del Marinero hay ya una cantidad suficiente de oxígeno para crear un microclima de un palmo sobre los líquenes marcianos. Junto a las cianobacterias con alteraciones genéticas permitirán, a lo largo de una década, que haya suficiente porcentaje de oxígeno en una acumulación gaseosa que alcanzará un metro de altura en el fondo del cañón. Gracias al trabajo de los robots, se extienden los cultivos de estos microorganismos, y se podrán cultivar las primeras plantas, aumentando la producción de oxígeno de modo exponencial. Con las primeras lluvias marcianas comenzarán a revivir los organismos latentes sembrados sobre la superficie de Marte. Bajo la anaranjada atmósfera marciana se ve ya una pincelada azul.

En la soledad de su casa, el jardinero de Marte experimenta con nuevos híbridos y planea las acciones creadoras que lo cambien todo. Plantas silvestres mutadas para absorber y transformar de modo benéfico las toxinas del aire, de la tierra y del agua. Poco a poco surgen nuevas variedades por él creadas. Al cabo de unos años pudo recoger su primera cosecha de semillas mejoradas, que plantará en los rincones de la urbe, donde se acumulan las aguas fecales y la basura. Sus plantas se reproducirán y propiciarán la vida en el planeta azul. El azul y el naranja son colores complementarios.

El jardinero de Marte espera a que caiga la noche para usar el telescopio y admirar su creación: bajo el fulgor naranja de la atmósfera marciana, crece ya el primer verde. Lamenta no tener la salud ni las fuerzas necesarias para hacer el viaje interplanetario. Pero está en la Tierra y la mejora cada día también, poco a poco, con el fin de hacer posible la evolución metafísica.

La Gran Transformación provocó cambios epigenéticos que dieron lugar a nuevos marcos epidémicos, mayor prevalencia de algunas dolencias en detrimento de otras que antes eran habituales. Pese a las pretensiones ecológicas de la Gran Transformación, la Tierra tuvo menos vida, la infertilidad física y psicológica se hicieron norma. Aumentaron los casos de psicopatías hostiles. Los científicos del tecnocapitalismo pretendieron cultivar las virtudes intelectivas, mantuvieron u optimizaron las capacidades del grupo de población creyente del relato transformador y descartaron a los grupos humanos reaccionarios por medio de alteraciones epigenéticas a través de restricciones o permisos, de premios y de castigos en el desarrollo de la vida pública de los individuos. Consiguieron aislar en un alto porcentaje a los individuos resistentes, crearon dos genotipos diferentes, de dóciles y de empecinados natos, respectivamente: la intelectocracia tendrá que esperar. La soledad se hizo norma, porque sólo en la intimidad se ha podido desarrollar la riqueza intelectual. De la soledad nace la verdadera revolución, porque al salir y reencontrarnos la vida vuelve a sorprendernos.

Y así, en la soledad, el Jardinero comenzó su revolución biológica. El Jardinero se propone unir ambas especies nuevamente en el entorno amable de sus jardines. El agua debe volver a su cauce. El ser humano debe volver a su ser no alienado y recuperar las celebraciones que le daban entusiasmo...

Volverían a oírse la música y las risas en las noches de verano. De la marginación volverían los hijos pródigos de la ciencia para unirse a los que fueron sus hermanos en la fiesta, en las calles, en las plazas, bajo las ramas de las higueras y las parras. Pero ya no sería una fiesta decadente para evadirse de la angustia que provoca la mortalidad sino verdadera celebración de la vida. Todo eso se conseguiría si todos pusieran un poco de su parte. Y el jardinero puso de la suya o, mejor dicho, sembró, de sus semillas, las mejores, de las que nacieron árboles que darán sombra y arbustos, que darán flores y frutos, que darán aroma al aire y alegrarán la vida de los ciudadanos.

El Valle del Marinero quizá se formó el día que Marte capturó a Deimos. En ese gran arañazo crece silencioso un nuevo mundo que él ayudó a crear. Al principio, las naves autónomas lanzaron en su interior estructuras biodegradables contenedoras de bacterias y líquenes. La fase final de su programa de terraformación concluirá dentro de décadas, cuando las plantas transgénicas nazcan de las semillas que ahora los drones están lanzando en la fosa. En las ciudades de la Tierra están creciendo ahora las semillas que el jardinero fue sembrando al descuido en cada viaje que realizaba por el mundo. No verá los frutos de su obra pero, satisfecho, ya puede ver crecer los primeros brotes.


Ernesto García-Testón-Gómez a 20 de abril de 2024.



Anexo de 24 de abril de 2024: el terrorista botánico, reverso tenebroso de el jardinero.

En la soledad, el erudito botánico planea el atentado definitivo que lo cambie todo. Él es el corrompido producto de la deshumanizada sociedad.

"Malas hierbas y bichos que pican", murmura constantemente. "Cicuta, estramonio, hongos y helechos con esporas tóxicas". Todos los días recolectaba y clasificaba plantas que encontraba, plantas nocivas. Las cultiva y las cruza en su vivero subterráneo, las procesa en su laboratorio. Los vegetales híbridos serían su venganza: plantas invasoras, intoxicaciones y alergias. Las ciudades son reservas humanas donde se aparta a las personas del entorno natural. Las expediciones urbanas con mono y mascarilla son un suplicio, por el calor, la falta de aire y las erupciones cutáneas. "Malas hierbas y bichos que pican", dice el botánico mientras recoge sus plantas.

La química de los abonos optimiza el poder de las toxinas. Poco a poco surgen nuevas variedades por él creadas. Al cabo de unos años pudo recoger su primera cosecha de semillas mejoradas, que plantará en los rincones de la urbe, donde se acumulan las aguas fecales y la basura, donde las ratas y los pájaros depositan sus heces. Montado en su bicicleta pronto cubrirá todas los barrios y solo tendrá que esperar a que la naturaleza de sus creaciones haga el resto. Pronto sus plantas estorbarán el paso, llenarán el aire de pólenes y esporas tóxicas y atraerán a toda clase de insectos molestos... "Malas hierbas y bichos que pican".


Nota de 27 de abril de 2024: incluyo, en el título de la entrada, el paréntesis que explica que esto es ficción, por si acaso hay algún idiota que no se dé cuenta y se tome en serio, palabra por palabra, todo lo que aquí escribo.




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