martes, 26 de julio de 2022

Drogas y creatividad.

 


Foto de TimCooper en Unsplash



Sólo si dominas mucho la técnica y tienes talento, a lo mejor, puedes trabajar drogado y conseguir algo decente. Así Goethe o Truman Capote podían escribir algo bueno, pero porque escribían bien, no por consumir opio o por emborracharse. Edgar Allan Poe era un tipo depresivo que bebía absenta, pero su carácter depresivo es consustancial a su obra. William Burroughs (que escribía muy bien) era un psicópata repulsivo que amaba drogarse y gozar la experiencia psicodélica y eso es consustancial a su obra también. Charles Bukowski era un alcohólico rijoso, pero esto es algo que forma parte de su obra: el verdadero poeta habla sobre él. En tales casos la droga no es una causa, es una circunstancia más, y estos autores son tal como se describen a sí mismos (más o menos). Quiero decir con esto que nadie va a convertirse en Capote o Bukowski si le da al frasco, si acaso acabará enfermo. Otros escritores como Jack Kerouac o Hunter S. Thompson lo que hicieron fue perder la vida o echar a perder una carrera prometedora por buscar en el alcohol y las drogas una fuente de inspiración. Jack Kerouac no me cae mal, pero se convirtió en un tipo depresivo (un coñazo) que se dedicó a martirizar a su mujer (a las dos) y que se mató bebiendo, tal cual. En este caso, el ejemplo de Hunter S. Thompson me parece muy apropiado, porque empezó siendo un escritor muy interesante y acabó convertido en un loco peligroso a causa de relacionarse con comunistas (en la Guerra Fría) y abusar de todo tipo de drogas: terminó volándose la cabeza.

Para escribir, componer, pintar o lo que sea, hay que trabajar y eso requiere disciplina y rutina. Bien es cierto que es necesario tener ideas y también es cierto que las drogas pueden ayudarnos a tenerlas, pero consumir drogas no garantiza tener ideas ni por supuesto nos convierte en alguien con talento (más bien puede echar a perder a alguien que tenga talento).

La idea o el desvelamiento que nos permite crear o llegar a algo más elevado está ante nosotros pero no somos capaces de verlo, porque estamos distraídos por algún motivo. El primer paso para eliminar esa distracción es conocer alguna técnica básica de meditación; y sirva precisamente lo que os voy a decir como anexo a mi entrada sobre meditación. Cuidarse e interiorizar y automatizar un sistema de aislamiento y contemplación, aunque sea sencillo, es mejor base que tomar por costumbre el estar ebrio.

Yo tengo por costumbre consumir café, tabaco y alcohol. No fumo cigarrillos sino cigarros o pipa, porque el aporte de nicotina es más puro y porque saben mucho mejor. Fumar me ayuda, pero fumar todos los días no, porque acaba por sentarme mal (la nicotina es tóxica), y entonces se pierden las condiciones necesarias para tener disciplina y seguir una rutina. Con el alcohol me pasa exactamente lo mismo. Quiero decir con esto que un poco de ayuda no viene mal para alcanzar un favorable estado de relajación, y que a veces viene bien salir un poco de la sobriedad para tener una idea o para que algo, que debiera ser evidente pero que no vemos, se desvele, pero como te excedas y como cojas por costumbre excederte no trabajas ni tienes ideas, y el poco o mucho talento que tengas deja de importar.

Ahora bien, hablemos de la divagación creativa, de la cual no debemos esperar gran cosa sino tan sólo una chispa, una idea vaga, la visión de lo que no podemos ver estando serenos. En este caso el viaje es largo para poder vivir un fugaz momento de inspiración que posiblemente olvidemos dos minutos después (tomad notas o usad una grabadora) ¿En tal caso podemos considerar necesario drogarse para llegar a esa epifanía o iluminación? Pues yo diría que sí, pero yo concluyo que debe hacerse de manera excepcional, con cuidado, y que debe tomarse como algo especial, no como algo cotidiano, porque si se hace eso y se enfanga la senda ¿dónde encontraremos entonces otro camino a esa idea, a ese entendimiento o a esa clave necesaria para estructurar y dar coherencia a una obra, por pequeña que sea?

No se puede mandar un cohete a la Luna todos los días.


Ernesto García-T. G. a 2 de junio de 2022.




P.D. No me gusta la "Generación Beat". Muchos de ellos acabaron muriendo a causa del abuso de drogas o suicidándose. Brautigan, que se suicidó, sí me parece interesante porque tuvo una vida difícil. El caso de Burroughs (un pijo engreído) es diferente: ese le voló la cabeza a su mujer, según él "jugando" a Guillermo Tell con chupitos de güisqui, y no sufrió las consecuencias. La aportación a la humanidad de esta "generación" es mucho menor de lo que se dice o se insinúa. Si se echa la vista atrás y se compara con toda la obra de la humanidad es algo insignificante y, además, no inspira muchas cosas buenas sino mucha confusión y sentimientos trágicos y desesperados. No me gusta la "Generación Beat" ("golpeada").

P.P.D Cuando hablo de crear hablo de hacer algo partiendo de la nada, ya sea pintar un cuadro o escribir este articulito. Es evidente que todo parte de una idea, o de una ocurrencia. Incluso cuando se trata la propia experiencia todo parte de una idea, porque esa idea es la que nos dice de qué trata lo que hagamos y cómo lo vamos expresar, y al desarrollarlo, tratamos nuestra experiencia, porque es lo único que de verdad conocemos.

P.D.3. Burroughs parece que odiaba a España. Es odioso.




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