sábado, 16 de julio de 2022

"Lo políticamente correcto, lo 'woke' y los gilipollas de este mundo", esbozo.




Intentar oponerse al movimiento "Woke" ("desperté") es absurdo. Solo sirve para darle entidad. Cuanto más te opongas, mejor para "woke". No se puede opinar en contra, y como su finalidad es la transformación política, ya no sirve de nada ni siquiera ir a votar, porque votes lo que votes es "woke". Hablad de otra cosa, porque analizarlo no sirve de nada. En las siguientes líneas haré el inútil esfuerzo de demostrarlo.

Muchos lo llaman “guerra cultural”, que es una forma de “guerra psicológica”. Woke empezó en EEUU y ha llegado a todo el mundo gracias a un aparato de propaganda enorme. No es "guerra" sino un consenso entre aliados. Podría ser una “revolución cultural”, pero es apoyada y profusamente financiada por el poder ¿Qué es entonces? Podría decirse que es algo creado por el poder para transformar la sociedad.

Estar en contra de woke es, ya en algunos aspectos, “delito de odio”. Está prohibido por ley, ir contra woke, y si no está prohibido, no estar a favor es "odiar" a alguien, a una minoría oprimida. Pero no pueden quejarse de que son representantes de las minorías oprimidas, porque ellos mandan. Es la ley de una minoría que manda, todos universitarios ricos, hijos de la casta alta, y esas son sus nuevas normas. Las minorías marginadas son pobres, incultas, violentas y sexuales, es decir, todo lo que "woke" odia, todo lo que repugna a sus dirigentes, que quieren controlar a las minorías marginadas por medio del aborto y la “reasignación de género”. Es lo de siempre: cuando dejen de ser como son, podrán formar parte de la sociedad. Woke odia a los marginados, pero no pueden decirlo, porque sería delito de odio.

Todo empezó con los nuevos movimientos de liberación sexual desde 1970, y con la ecología, pero fue con esto último, con la ecología, con lo que se manifestó como la forma de pensamiento dominante o "mainstream" que hoy día vemos. A día de hoy, la libertad sexual ha quedado tan estereotipada y compartimentada que resulta una libertad extraña, y se trata de abolir completamente la prostitución, despreciando completamente cualquier consideración sobre la libertad individual, precisamente. Quizá el ecologismo sí sea algo "para todos los públicos", de ahí que haya arraigado mejor (como un árbol).

En 1984 se descubrió(1) un estrechamiento de la capa de ozono en los polos (no es un “agujero” ni lo fue nunca) y se dio la mayor y más eficaz campaña de propaganda ecológica que se había conocido. Ya hubo en los setenta una campaña que intentaba convencernos de que el planeta Tierra se congelaría, pero “no cuajó”. Sin embargo, a finales de los ochenta, todo el mundo estaba de acuerdo ya que existía un agujero de la capa de ozono y que el planeta Tierra se estaba calentando de manera irremisible. Se encontró la fórmula infalible de propagar las profecías apocalípticas de la ciencia, la nueva Iglesia. Stephen Hawking publicaba en 1988 “Breve historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros”. Había un agujero en la atmósfera, el universo ya no era lineal, el planeta Tierra se calentaba y la ciencia estaba por encima de todo.
Si estabas en contra de estos dogmas, te impedían hablar y te ridiculizaban. Recordemos, en 1989, el programa de Fernando Sánchez Dragó, “El mundo por montera”, de Televisión Española, en el que el dramaturgo Fernando Arrabal montó aquel numerito del “milenarismo va a llegar”. Arrabal había sido víctima de una broma pesada de los demás intelectuales y estaba borracho de chinchón (una bebida dulce de vino y anís con muchos grados); sus contertulios se rieron de él (se disculparon en el siguiente programa) y no le dejaban hablar. Arrabal se quejaba y decía: “dejad hablar a la minoría silenciosa” o “la minoría silenciosa es fea, católica y sentimental ¡Es judía!” y cosas así, dando a entender que el positivismo era la nueva dictadura. Se refería al “horrible mundo positivista”. Veamos el siguiente extracto del programa:



"[vamos a salir de] ese horrible mundo positivista. Ahora vamos a llegar a un mundo espiritualista en el cual vamos a saber, nosotros los pobres, nosotros los humillados, nosotros los que no estamos con el poder; nosotros vamos a decir al poder, a los poderes: nosotros somos el camino, la verdad y la vida", dijo Fernando Arrabal en 1989.


Arrabal tenía mucho que decir, cosas evocadoras e interesantes, pero no le dejaban hablar, porque los demás estaban favoreciendo el “sesgo de confirmación” ecologista: hablaban del agujero de la capa de ozono y del calentamiento global y usaban su autoridad intelectual y académica para dejar claro que esa era la verdad absoluta. Fernando Arrabal era el único que no apoyaba esas tesis y no se le dejó hablar. Años después, Fernando Sánchez Dragó defendió a su amigo (ante un reportero que le venía con la bromita del "milenarismo") y le dio la razón y ahora defiende las tesis espiritualistas contras las positivistas. Todos pensábamos así y ahora vemos que quizá no teníamos razón, pero "a toro pasado todos somos Manolete", como se dice.

Los siguientes pasos en el totalitarismo occidental fueron lo “políticamente correcto” y las “organizaciones no gubernamentales” u ONG (“oenegés” es el neologismo aprobado por la RAE para referirse a ellas). Bill Clinton fue elegido Presidente de los EEUU en 1993, su vicepresidente fue Al Gore, esposo de Tipper Gore, quien dirigiera aquel movimiento calvinista (es presbiteriana de YMCA) contra las letras explícitas en la música pop. Bill Clinton dijo que la ecología iba a ser una nueva profesión, una fuente de empleo: en 1992 se aprobó el Programa XXI de “desarrollo sostenible”(2) y los países firmantes se comprometieron a financiar, con dinero público una red de oenegés y organizaciones que ayudaran a implementar esta agenda: efectivamente, trabajar en una oenegé, por el “desarrollo sostenible”, se convirtió en una nueva posibilidad laboral, y como se hizo lo mismo con todas las demás agendas, se subvencionaron desde entonces todas las organizaciones similares, ya fuesen ecologistas o de lo que sea, creando una red inmensa de ellas como no se vio nada igual en la historia. Lo que está claro es que no son “no gubernamentales”, es decir, que siguen programas dirigidos por el poder (en todas sus formas), son "gubernamentales". Al Gore, que después intentó ser Presidente, se convirtió en el profeta del “calentamiento global”. Se invirtieron miles de millones en propagar esa profecía, pero resultaba “poco científica”, y se convirtió en el “cambio climático”. Así, este movimiento ecologista, dirigido por las élites y con la intención de controlar la demografía y el desarrollo de forma que EEUU siga siendo la potencia dominante ("en el país de los ciegos" ya se sabe), que tiene un tono religioso, protestante, puritano, exaltado, siguió manteniendo la “verdad indiscutible”, el dogma. Lo "políticamente correcto" se creo durante la administración Clinton y era (es) todo aquello que se ceñía a los nuevos dogmas y a las políticas raciales en EEUU, basadas en problemas que en España nos eran (son) totalmente ajenas, por ponernos de ejemplo. Lo "políticamente correcto" se extendió al mundo entero sin tener en cuenta ninguna consideración cultural, y por eso es algo tan molesto, incluso en EEUU.

“Woke” vino después del 11S y después del 11M, en 2010, un año antes de la “Primavera árabe” y del 11M, donde se dio la campaña de guerra psicológica más grande y efecto más rápido que se conoce, a través de Internet y las redes sociales. "Woke" nace en EEUU y se centró primero en la lucha por los derechos civiles de los negros de EEUU (esto pasó a BLM), pero después se amplió al feminismo, el aborto, lo LGBT, etcétera. "Woke" es una gran maquinaria que está dejando de funcionar.  Entramos en la era de la desinformación a través de las redes sociales y en el periodo de mayor imposición ideológica que ha sufrido Occidente desde la posguerra de la II Guerra Mundial, pero sin ser esta explícitamente violenta (de vez en cuando sí lo es). El “#metoo” de 2017 entra dentro de “Woke” (todo forma parte de una narrativa coherente) y es una campaña de ataque directo contra el patriarcado, pero con más implicaciones, y apoyado por el poder político, el poder económico e industrial, por los medios de comunicación, las agencias de información y por Hollywood, que ya casi se mantiene de hacer cine político. El cine americano sufre un control político peor aún que durante la Primera Guerra Fría, porque entonces a nadie le gustaba McCarthy y este señor no ocultaba ni sus razones ni sus intenciones, como sí las ocultan los poderes actuales, y a pesar de él las películas eran buenísimas, no como ahora, que son casi todas iguales, "woke". McCarthy era gilipollas, pero iba de frente. Ahora han conseguido que, efectivamente, nadie pueda opinar en contra, porque las brujas cazan a todo el mundo. No hay violencia de Estado, hay disturbios y atentados, hay miles de bots creando el caos a través de las redes sociales. Ahora no usan la violencia de Estado pero, de todas formas, ¿acaso ahora sabemos contra quién protestar realmente? El uso de la fuerza con este fin aparece ahora con la aparición del “delito de odio”, con las "leyes de género", que aunque todavía no son algo muy duro, ya tiene sus víctimas. Y es paradójico que, el mismo Estado que subvenciona a la mayoría de las organizaciones manifestantes, dirija a la policía que les da de palos en las manifestaciones.

Volvamos a lo “políticamente correcto”. A día de hoy, en 2022, cuando ya hemos salido de la pandemia por el COVID-19, “Woke” y lo “políticamente correcto” han producido un hastío profundo y su efecto se pierde. Se argumenta sobre esta crisis y los defensores de estas ideologías se preguntan: “¿Para qué sirve lo políticamente correcto?¿En qué quedó el 15M?”. Contestar a la segunda pregunta es fácil: Pablo Iglesias es tertuliano e Irene Montero es ministra, son ricos y familia numerosa, "sentaron la cabeza". Contestar a la primera pregunta no es tan fácil si no queremos dar a lo “políticamente correcto” la importancia que no merece. En un vídeo reciente de su canal de YouTube, el cómico monologuista Ignatius Farray, afirma que lo “políticamente correcto” se inventó para que “algunos gilipollas con opiniones intolerables” no pudiesen expresarse, pero claro, ocurrió lo inevitable: en ese conjunto de los gilipollas se metió a todos los discrepantes, que cada vez son más, porque cada vez son más las aberraciones y las prohibiciones(3).
 Quiere decir esto que si estás en contra de lo políticamente correcto, las políticas ecológicas, migratorias, sexuales, demográficas, o de las “leyes contra el odio”, eres gilipollas; y Farray, sin quererlo, defiende las tesis y los intereses de EEUU y de las compañías para las que trabaja (Paramount y Prisa p.e.) ¿Han entendido algo? Si no lo han entendido no pasa nada, porque es tan retorcido que no es fácil de entender. Tampoco piensen que los políticos y los grandes magnates son genios que dirigen grandes conspiraciones, porque están haciendo cosas muy extrañas y estúpidas(4).

La gente de izquierda como Igantius Farray han visto que hay algo que no funciona en todo eso y ahora necesitan encontrar un punto de encuentro con millones de personas discrepantes. Eso sí, siempre que "voten adecuadamente", porque son conscientes de que hacen propaganda en sus "shows". Dejad eso, por favor ¿Acaso sus mejores números son de tema político? Yo creo que no. Pero lo bueno de toda esta confusión es que el dinero sigue fluyendo y tiramos para adelante. Como dice el cómico Ignatius Farray, esa confusión "es buena", para que no se "secuestre" la corrección (y para que fluya la pasta).




Pero dado que es "mainstream" insultar a "los gilipollas", para que la pasta siga fluyendo, cualquiera se encuentra cómodo con el argumento que están dando, nunca a los discrepantes, pero sí sobre ellos, como neandertales ausentes, que es: "no podéis abrir la boca, porque sois gilipollas". Y esto no es nada democrático, porque los gilipollas también votan.


Ernesto García-T. G. a 16 de julio de 2022.


P.D. Creo que Fernando Arrabal sigue siendo el dramaturgo español más representado. Lo que diga, tiene interés, porque no es un gilipollas.



(1) No es un "agujero". Se utilizó un dispositivo láser para medir el grosor de la capa de ozono y se descubrió que en los polos era más estrecha. Hasta 1984 no pudo hacer tal cosa, por lo que es lógico pensar que tal "agujero" ha existido siempre.

(2) El "desarrollo sostenible" es el sustituto del "crecimiento cero", que es el control del desarrollo de los países por parte de EEUU, a través de su diplomacia y de la ONU, con el fin de controlar el crecimiento demográfico y un desarrollo técnico y económico que pudiera suponer un riesgo para EEUU. En Occidente se nos ha vendido esto con una narrativa que se resume muy bien en este artículo de Josep Borrell de 1993:  https://elpais.com/diario/1993/06/14/economia/740008822_850215.html

(3) Fumar, por ejemplo, algo que ya sólo se puede hacer caminando lejos de un colegio o un parque. Ahora pretenden abolir la prostitución, y si está bien luchar contra la esclavitud sexual, no está bien luchar contra la libertad sexual y las relaciones consentidas, aunque en ellas medie el dinero. Han querido prohibir viajar sin vacunarse de COVID-19, a pesar de que se sabe que ESO no eran vacunas; en muchos países no te dejan entrar sin haberte pinchado. El grado de libertad que disfrutamos es amplio todavía, pero cada vez menos.





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