Voy a considerar que hay seis elementos esenciales de nuestra vida social:
-La creación de riqueza y el empleo (el dinero).
-La vivienda.
-El poder adquisitivo y la calidad de vida.
-El transporte y la movilidad.
-La reputación.
-La intimidad.
Hay que fomentar la industria para generar riqueza y para dar trabajo a los obreros. El mercado interior es lo que nos permite emprender un negocio y mantenerlo.
Debe haber mucha vivienda, que sobre, una política de vivienda para todos y la reducción del mercado inmobiliario a las casas para pudientes, quedando las baratas disponibles en abundancia para que los pobres puedan vivir bajo techo sin competir, padeciendo sufrimientos innecesarios.
La vida debe ser barata. Y el transporte público debe ser eficiente, barato y muy distribuido.
Debemos gozar de intimidad. Para ello,debemos tener el firme compromiso de no invadir la intimidad ajena y de cumplir la ley positiva, que impide tal intromisión. Debemos despreciar el puritanismo y la estereotipación.
Este es mi planteamiento ideal de seis aspectos fundamentales para nuestra vida personal y para nuestra vida social.
La creación de riqueza y el empleo (el dinero).
Cuando se habla de creación de riqueza se habla de creación de empresas y se critica un sistema como el actual en España donde hay más personas cobrando del Estado que ganando dinero en el sector privado (1). Pero este dato olvida muchas otras cosas.
Hace falta recuperar el sector industrial y construir viviendas, públicas y de promotoras privadas, pero el sector de la construcción está a menos del 4 por ciento de ocupación, cuando debería estar al 8 o 9 por ciento (con Aznar llegó al 15%, lo que tampoco es bueno). Si ahora se necesitara construir mucho habría problemas para formas cuadrillas de albañiles que sepan trabajar (por eso no es bueno lo de Aznar, es mejor mantener un nivel de ocupación constante). Lo que tenemos es mucho paro, mucha inmigración y muy poca vivienda. Quienes pudieron comprar o quienes pueden pedir una hipoteca, compran lo poco que hay. Muchos abusan a crédito sin saber si vivirán lo suficiente para terminar de pagar. Aparte de vivienda barata y abundante y reindustrialización sería bueno también reeducar a la población (y no engañarla ni obligarla a vivir endeudada). Los obreros no trabajan o trabajan pero están endeudados.
Se habla mucho de emprendimiento, pero sólo se trata la creación de pymes y de startups (empresas tecnológicas, las que se conocía como "puntocom"). Se olvida al autónomo vulgar, al cuentapropista. Se olvida el hecho de que hubo una época en la que quienes no llegaban a ingresar el salario medio no tenían obligación de cotizar, de que se criminaliza a quienes son muy jóvenes o muy pobres y realizan actividades de subsistencia. No se tiene en cuenta que el nivel técnico de la mayoría de los adultos en disposición de trabajar es muy bajo y que los conocimientos que necesitan son cada vez menos accesibles. Esto resulta paradójico en la era de la información, pero hay un desequilibrio enorme en favor del sector servicios y el manejo de las aplicaciones y los datos está restringido. Se ha creado una sociedad de clientes que no aporta mano de obra, salvo en el sector de la hostelería.
Hay más personas viviendo del Estado que del sector privado, pero no es culpa del pueblo, es porque no vivimos en una sociedad en la que sea fácil ir por libre. Y no sólo el intervencionismo impide la iniciativa privada, el capitalismo depredador también impide esa iniciativa y daña el sustrato social que ha de proporcionar operarios y emprendedores.
Los grandes problemas no se arreglan con grandes soluciones sino con equilibrio.
La vivienda.
Ahora mismo es muy duro vivir de alquiler y podría decirse que a lo largo de cuarenta años se nos han ido obligando a comprar en un mercado de subida constante de los precios desde 1985. Hubo familias de clase media que se hicieron con varias viviendas para poder vivir de rentas y se dan varias circunstancias:
El Estado tiene una política recaudatoria que se ha enfocado en el tramo de estos rentistas (que siguen siendo clase media), el IBI es cada día más alto y ahora se amenaza con congelar los precios de alquiler en situación de escasez de vivienda. Franco hizo esto, pero había mucha vivienda, por eso funcionó el control de precios, hace más de cincuenta años. Hay muchos propietarios que prefieren usar sus propiedades como trasteros que alquilarlas, porque sus familias crecen y tienen la manía de acumular cosas que no necesitan (esto es así, tal cual). Otros prefieren ganar dinero con el alquiler turístico. Estas personas pueden ser un tanto avaras, pero no son responsables de la política de vivienda: los responsables de la política son los políticos.
Aparte de esto, hay pánico moral hacia los pobres y la ocupación de viviendas, se ha profesionalizado el control de morosos y muchos rentistas (no todos) abusan de quienes necesitan una vivienda en ciudades donde escasean. Someten al demandante de vivienda en alquiler a un escrutinio exhaustivo y a condiciones indignas muchas veces (piden ver sus cuentas bancarias, piden avales, negocian fianzas abusivas, etcétera). En este caso, la subida de precios no sólo responde al efecto de oferta-demanda sino también a la miseria moral de muchos propietarios.
Como digo, Franco congeló los alquileres, pero construyó muchas viviendas, había abundancia de viviendas, por lo que el control de precios sí funcionó: ahora hay muy pocas y el control de precios lo empeorará todo. Desde 1985, cuando se promulga el "decreto Boyer", se han construido muy pocas viviendas sociales. Todas las pataletas de la izquierda no valen para nada si no se construye mucha vivienda, porque somos quince millones de personas más que en 1970. Si no tienes dinero estás obligado a comprar con una hipoteca abusiva (cuando terminas de pagar has pagado casi tres veces el valor del precio nominal original) o a sufrir los abusos del mercado de alquiler.
La vivienda supone el principal problema. Ahora mismo es razonable irse a vivir al coche, pero el transporte y la movilidad presentan también otros problemas. Es todo tan caro y está tan regulado que incluso irse a vivir al coche no es algo sencillo.
El poder adquisitivo y la calidad de vida.
La mitad del dinero que ganamos se va en la vivienda. Vamos a decir que un piso barato son 500 euros al mes (en provincias). Esta proporción mejora a medida que eres más rico. Para comer bien, un adulto gasta alrededor de 150 euros al mes (para comer bien, pero este gasto se reduce en las familias, yo soy soltero). La electricidad, las telecomunicaciones y el agua cuestan unas 200 euros al mes. El combustible vamos a suponer que son 50 euros al mes si no usas el coche mucho (lo normal son 80 euros). Y hay otra serie de gastos como ropa, ocio, etcétera. Un adulto soltero necesita 1000 euros para vivir en condiciones mínimas de calidad de vida y sin ahorrar. Cada día es más caro ser pobre.
Si en vez de alquilar un piso para ti solo compartes el piso, tu calidad de vida baja. Si no ahorras, nunca podrás comprar una casa. Si los precios de la vivienda tienen una subida de precios descontrolada, nunca ahorrarás lo suficiente. Si no encuentras dónde vivir, no puedes trabajar ni ganar dinero. Como mucho puedes emigrar a otro lugar más barato. En una situación de muy baja industrialización, lo de emigrar es imposible, porque no hay trabajo. A lo mejor sí hay vivienda disponible, pero en una población fantasma.
Por debajo del salario más frecuente o mediano, unos 1500 euros, no hay mucha calidad de vida siendo soltero de mediana edad. El problema de la calidad de vida es menor cuanto más joven eres. Cuando eres joven puede ser divertido compartir piso y estar en una residencia estudiantil o en un cuartel, te lo pasas bien. Pero si tienes cincuenta años ya no es divertido.
La vivienda se ha convertido en un artículo de lujo. Tener un sitio donde gozar de algo de intimidad, donde poder lavarse, cocinar, alimentarse medio bien y cagar a gusto es un lujo.
El transporte y la movilidad.
En la zona de España en la que ahora vivo, en Cádiz, el transporte urbano suele ser bueno y barato en las grandes localidades. Se subvenciona el transporte en autobús, que es barato, aunque los viajes suelen ser largos y tediosos, tanto dentro de la ciudad como entre ciudades. Lo normal es que quienes lo usan, ya sea por trabajo o por placer, pasen el día en la localidad de destino y vuelvan por la tarde o por la noche a su residencia (esto es normal y es difícilmente mejorable).
El tren es caro, pero hay unos bonos de transporte que lo abaratan mucho para quienes lo usan con frecuencia en trayectos de Cercanías.
La normativa para usar el coche se ha endurecido para concederse los permisos de conducción o circulación, han aumentado las medidas recaudatorias y los coches son mucho más caros que antes, llenos de tecnología innecesaria, abultados pero con interiores poco espaciosos y, en general, con un aspecto pretencioso. Los coches eléctricos están fuera del alcance de la clase baja: son caros, muy pesados y poco prácticos. No parece haber ninguna preocupación por la movilidad personal de los ciudadanos. Se favorece el uso de bicicletas, pero no se ha fomentado el uso de pequeños vehículos eléctricos sino muy al contrario se desincentiva el uso de patinetes y scooters eléctricos no matriculables. Sí es cierto que estos pequeños vehículos son peligrosos y han provocado incendios por explosión de las baterías, pero no ha habido ningún esfuerzo gubernamental para desarrollar vehículos ligeros eléctricos.
En China sí hubo una política de fomento de este tipo de transportes, pero ha cesado y se vuelve a la bicicleta, algo de lo que Pedro Sánchez ha hablado después de su encuentro con Xi Jinping en Pekín. No lo veo claro esto...
Pero lo que de verdad da independencia es el coche o la motocicleta (sobre todo el coche) y se ha desincentivado su adquisición y el desarrollo tecnológico del automóvil y su adecuación a las normativas ambientales lo ha encarecido y lo ha hecho poco práctico desde un punto de vista funcional. Ha sido un error y es previsible (y deseable) que esta situación cambie.
En concreto, el desarrollo del automóvil eléctrico ha sido muy poco interesante desde el punto de vista ingenieril, porque los coches eléctricos son caros, muy pesados y se ha producido un descenso de la calidad de los grupos de baterías, lo que ha causado incendios y averías graves. En el caso de los fabricantes europeos, estos han ganado más con las subvenciones que vendiendo vehículos eléctricos y ahora se intuye que los gobiernos alemán y francés rescaten a la industria (esto es lo normal, en una sociedad dirigida por ladrones). Los chinos, principalmente con la marca BYD, quieren sustituir a los Tesla, pero no sé cuánto va a durar su dominio, sobre todo si vuelve a favorecerse el uso del vehículo con motor de explosión por una regresión normativa.
En general, la normativa y los precios complican el tener un vehículo. Se hace caro, se hace duro y es otro factor más de desigualdad social. Aquella época en la que podías agenciarte una tartana y gastarte poquito dinero en mantenerla se acabó. todo está lleno de cámaras y hay dispositivos que detectan si tienes pasada la ITV o pagado el seguro sin necesidad de detener tu vehículo. No se es más libre por poseer un vehículo, pero puedes moverte más rápido y sin seguir horarios, esa es la principal ventaja.
La reputación.
Aparte del desprecio que padecen los pobres (y ser pobre es cada día más caro), se ha creado un clima de puritanismo bastante desagradable que tiene varios factores.
Hace unos años apareció este fenómeno estadounidense que llamamos "cultura de la cancelación". Se cancela todo lo que no es casto y puro, lo que se considera "tóxico", lo que es feo (esto a mí me afecta mucho), lo que no es "animal lover", lo que no es "gay friendly", lo que no es inclusivo, etcétera. Es algo que se controla a través de las redes sociales, las aplicaciones de mensajería y los chats, de manera absolutamente falta de ética y en algunas ocasiones ilegal: no es legal difamar a alguien ni difundir fotos suyas en foros digitales, pero se hace muy a menudo.
La reputación es otro factor de desigualdad y puede ser algo que determine si una persona puede vivir o si muere socialmente (es decir, que se muere).
La intimidad.
Tener intimidad es una buena razón para no usar las redes sociales, pero las redes sociales se han convertido en un refugio para los solitarios y los incomprendidos, no ya porque es un medio de expresión sino también porque es el único medio de información social que algunas personas tienen. Y exponerse en las redes sociales supone perder intimidad, porque aunque ocultes tu rostro dices lo que piensas y eso puede ser usado en su contra y puede ser mal entendido.
El exceso de información ha provocado que nos creamos capaces de comprender los entresijos de la mente humana y esto es muy peligroso. Cualquier idiota osado puede tomarse la libertad de influir en tu vida sin permiso y hacerte mucho daño creyendo que te ayuda. Con la peor intención pueden acosarte y hacerte luz de gas (o gaslighting). Y todo esto puede ocurrir aunque no participes en las redes sociales, lo cual puede resultar más confuso, porque quien usa las redes sociales conoce estos tejemanejes y quien no las usa no las conoce.
Todos debemos tener un absoluto respeto por la intimidad ajena y por la ley positiva, aunque estemos fuera de la vista de la autoridad. En este caso, la ley natural y la tradición pueden ser un problema: debemos ser respetuosos y comprensivos con quienes no se ajusten a los estereotipos sociales. La noción de todo esto que digo se está perdiendo por pura mala educación, me temo, y no voy a explicarlo más para no dar ideas.
La intimidad es algo social, precisamente porque supone descansar de la vida social y tomar distancia y fuerzas para poder afrontarla. También es algo que se tiene más y mejor con dinero, pues necesitamos tener un lugar y tener tiempo para nuestro recogimiento.
Conclusión.
Habiendo discurrir sobre seis aspectos importantes de nuestra vida social, creo que en general hay demasiada regulación para todo y todo es muy caro, por lo que se percibe que hay menos libertad. De hecho hay menos libertad, porque se pueden hacer menos cosas que antes, ya que están prohibidas, están sujetas a regulación y registro, son más caras o quedan más expuestas, algo que añade dificultades.
Todo lo que se refiere a la vivienda es angustioso para personas con bajos o irregulares ingresos. Desde 1985 no parece haber verdadera preocupación por el desarrollo social e intelectual de los pobres, que viven dependientes de su familia, en la ignorancia y con nulas posibilidades de aprendizaje, promoción y emprendimiento. No lo parece, porque las condiciones materiales no son tan malas como en los países subdesarrollados o como lo eran antes en este país, pero ha habido una disminución de la posibilidad de ascenso social y ha habido un aumento de la desigualdad. La crisis de las subprime de 2008 fue una gran estafa mundial que ha instituido en Occidente un mercado inmobiliario a la americana, absolutamente implacable. Podría decirse que el neoliberalismo thatcheriano está en crisis, pero hay que superar esa crisis.
El aumento de la población inmigrante ha empeorado esta situación, sobre todo en lo que se refiere a condiciones laborales y vivienda; es un fenómeno que ha perjudicado al Estado del bienestar. Y en general, la situación de todos los países europeos es similar, por lo que sí se puede afirmar que las políticas llamadas "globalistas" han contribuido a este retroceso social y moral. Y este retroceso ha sido agravado por la manipulación mediática de medios sinsonte, la cultura de la cancelación y la democracia del enfrentamiento social: somos menos tolerantes que hace treinta años y confiamos menos que antes en la clase política y en los medios de información. Pero tenemos un acceso a la información que nunca hemos tenido antes.
Desde 2008 se ha impuesto una versión extrema de capitalismo que agrava la crisis del neoliberalismo de los años 80. Dije en la introducción que hay que evitar infligir a los pobres un sufrimiento innecesario, pues ahora se habla de "cultura del esfuerzo" en un contexto en el que alcanzar un nivel de vida digno es más difícil. Esto ya ocurrió en los 90 y hay algo en común con aquella época: los boomers se quejaban de que sus hijos y nietos no se esforzaban lo suficiente. Siguen quejándose y siguen sin ser conscientes de que los años 70, los días de su juventud, fueron más fáciles: había más trabajo, más vivienda, todo era más barato, etcétera, gracias al desarrollismo de los años 50, 60 y 70. Eso se acabó en 1981, año en el que murió la poesía.
Vivimos en la época del gaslighting, el ghosting, el cyberbullying y otras cosas por el estilo. Todo esto indica que se ha perdido la noción de la ética: se hacen este tipo de cosas sin control, creyendo que se tiene derecho a ello. Ahora hemos vuelto a una época en la que la mayoría, la gente normal, es más puritana, convencional y superficial, más infantil también, y se ha establecido un estándar físico de neumaticidad similar al descrito en aquella novela de Aldous Huxley. Cualquiera esperaría que fuésemos más ilustrados, pero no lo somos. Tampoco somos más catetos, lo que pasa es que se ha armado al pueblo (a los catetos, que son mayoría) con una tecnología muy poderosa y se le ha ofrecido la posibilidad de comprar cosas fardonas pulsando un botón. Esto no ha hecho que la humanidad sea mejor sino que se imponga la catetocracia.
Todo esto es muy complejo y se ha producido demasiado rápido. Creo que vendrá una época mejor cuando hayamos asimilado todas estas novedades, cuando haya más abundancia y menos presión política para implementar agendas que nadie entiende.
Ernesto García-Testón Gómez a 18 de septiembre de 2024.
Notas:
(1) Los españoles que cobran del Estado son ya medio millón más que los del sector privado https://theobjective.com/economia/macroeconomia/2024-09-16/ayudas-sueldos-publicos-nominas-privado/
Este vídeo lo vi ayer, me parece interesante:
Ernesto García-Testón Gómez 2024.
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