miércoles, 6 de noviembre de 2024

El santuario personal.

 

"People using cellphones on a street in New York", Wikimedia Commons https://commons.wikimedia.org/wiki/File:People_using_cellphones_on_a_street_in_New_York.jpg



 

 La tecnología y los nuevos modos de relacionarse obligan a salir del santuario personal. Siempre fue así, pero ahora más. Y los prescriptores de nuevos estilos de vida también crean su santuario personal. Hay quien puede tenerlo y hay quien no, pero alguna vez hay que salir de él. El problema de la tecnología es que su uso aumenta la incertidumbre y disminuye la confianza, porque hacemos las cosas demasiado rápido y con demasiada información. Estamos en una época de transición: en el futuro todo será mejor. Seamos optimistas.

Y aparte de la tecnología, del uso desaforado de esta, otro signo de nuestros tiempos es el ansia capitalista y el inculcar en los jóvenes el ímpetu pesetero y el desprecio por el Estado y la justicia social. Esto y los efectos indeseados de la tecnología hacen que no percibamos esta época como una época feliz, a pesar de la abundancia nunca antes conocida -abundancia menguada por la enorme deuda, nunca antes conocida, de los países occidentales-. Pero no voy a tratar estos temas de la tecnología y la avaricia, aunque estén relacionados, sino que hablaré de nuestro ser interno y del palacio del espíritu que en él creamos todos: el santuario personal.

Es doloroso tener que salir de nuestro santuario personal, de nuestro estado de recogimiento, aislados de las cosas que no nos gustan de este mundo y del propio desorden de este. Cuando estamos a gusto en casa gozando de nuestras divagaciones, todo tiene sentido. Y cuando salimos, nos encontramos con el caos, aunque tenemos que hacerlo, no podemos vivir en este santuario virtual, porque la realidad nos arrollaría. Y nuestra personalidad crece en el santuario y con lo que allí hacemos, pero esta debe sintonizarse con la realidad también. Es bueno tener esto en cuenta.

Pero como decía, es doloroso salir de nuestro santuario personal. Hay personas que lo tienen más fácil (tienen dinero y tranquilidad) y otras que se resisten hasta las últimas consecuencias, afrontando toda clase de dificultades, incluso las que ellos mismos crean, para permanecer en su monasterio interno (monasterio de un único monje). Porque es eso, se trata de eso, de crear un santuario donde tus reglas del universo tienen sentido, donde tu cosmogonía tiene sentido. Y aquí vemos la diferencia entre la cercanía o lejanía a la verdad y poder o no poder permanecer a gusto en tu santuario personal. Hay personas que gozan de crédito social y que pueden permanecer indefinidamente en su santuario personal, pero su sentido de la realidad se quedó fuera del santuario y se marchó hace tiempo. Y hay otras personas que no pueden ni gozan de crédito, aunque sean personas sabias (o también pueden estar chalados).

Se da el caso de quienes no tienen todavía autonomía y viven material y espiritualmente en el santuario de otra persona más capaz, más poderosa. Ellos no tienen su propio santuario ni tampoco les vamos a permitir que lo construyan, aunque es algo que van a hacer irremediablemente, porque todo el mundo acaba creando su propio santuario interno. En este caso se dan procesos de imposición, de rebelión y represión que van desde la condescendencia a la violencia... Antes no había tanta tecnología y había iglesia y había familia, y cada familia era el monasterio particular del padre de familia. Ahora hay individuos sin familia propia (por ejemplo yo mismo) que intentan levantar su santuario personal -nunca deja de construirse, romperse y recomponerse-, quedarse en él e imponer sus reglas. Y hay quien no puede, quien es frenado constantemente, porque esto es un asunto material, pero también depende de la asunción de reglas que otros imponen.

También hay gente que no tiene nada pero son en sí mismos sus propios santuarios. Son como santones indios, como monje guerreros, que no necesitan nada, pero tampoco obedecen a nadie. Esta clase de personas son invencibles. Y en esto veo yo la importancia de amar o de despreciar a nuestros semejantes, porque si no se tiene nada y tu universo personal lo es todo, los demás no te hacen falta, por lo que si les desprecias, sus propias vidas también te sobran. Son estas personas muy fuertes que realmente pueden vivir en condiciones muy duras sin que su fuero interno se vea dañado.

Pero bueno, a mí me gusta ducharme, comer bien, dormir en una cama limpia y si puedo, vivir con algo de lujo, como nos gusta casi todos. Pero al vivir con más comodidad, vemos más fácil huir de lo que nos desagrada y levantar nuestro santuario bien grande y reforzado, nuestro universo es limitado, imponemos nuestras normas y perdemos el sentido de la realidad... Pero es una buena forma de vivir, no se puede decir lo contrario. Los ascetas que mencionaba yo antes, no opinan así. Pero el caso es que si no podemos hacer nada, si nuestro mundo interior se ve invadido constantemente, pues estamos destinados a perecer o a convertirnos en seres humanos ingobernables, y si esto se generaliza en la sociedad, pues nuestras vidas serían duras, desagradables e improductivas: yo no podría estar escribiendo esto desde mi casa, ni siquiera se me ocurriría, ¿no es cierto? Hay que tener en cuenta esto, hay que respetar los santuarios personales y darles importancia.

*


Aquellos que son un templo en sí mismos son irreductibles y pueden llegar a tener mala leche, mucha mala leche incluso, pero son conscientes y su entusiasmo es humano, se hacen fuertes a sí mismos. De estos hay muy poca gente y yo no soy uno de ellos.

Hay otros que deciden que eso de tener tu propio santuario personal es una gilipollez y que es mejor seguir al padre de familia, al líder religioso, al dictador o a quien sea (superior a ellos). La mala leche de estos monstruos es sobrehumana, hay que tener cuidado con ellos. En este último grupo podemos incluir a "las personas normales", precisamente por eso, porque siguen una norma, aunque tienen montado su santuario personal (limitado a una norma), pero no respetan a la gente que no es normal. También pueden llegar a tener mucha mala leche.

Y aquí entramos en el terreno de la tiranía, ejercida por los más fuertes, por los mandos o por los padres y madres de este mundo. Si tiranizas a alguien y le obligas a renunciar a sus cosas, estas creando un monstruo (1). Si es un adulto, a lo mejor, te lo cargas, pero si es un niño, estás criando a un hijo de puta inhumano. Todos tenemos un poco de hijo de puta inhumano y algunos tienen mucho de eso. Si invadimos el santuario personal de alguien que confía en nosotros para doblegarle, para someterle a nuestros deseos, hacemos destrucción de su santuario y de sus planteamientos cosmogónicos (no son necesariamente cósmicos, pero son importantes para ellos). Estas son las cosas que hacen los hijos de puta inhumanos, que no nacieron así. No nacieron así.

Entonces por inhumano vamos a tener a la persona que no entiende ni respeta a los demás humanos ni le importa un carajo su vida interior. Son personas que creen que ser así es ser normal, porque les criaron así, sin respetar sus inclinaciones naturales hacia la placidez, el cultivo de sus propias ideas y la construcción de su propio santuario personal. Quienes les instruyeron tienen un santuario personal lleno de estos subordinados tiranizados, por supuesto.

*


Empecé hablando de la tecnología. Ahora la gente normal ha establecido como normal usar la tecnología para hablar en camelo, para hablar de cualquier cosa, para invadir la intimidad ajena y para traicionar la confianza de quienes les rodean. La normalidad tiene unos límites, pero estos límites están ahora dentro de nuestros santuarios personales. El ser humano siempre ha estado obligado al esfuerzo, y en condiciones de miseria nunca han existido la intimidad ni la contemplación, pero ahora, en nuestra época, pudiendo gozar de más comodidades que antes, nos vemos constantemente invadidos por el uso grosero de la tecnología, ya sea por motivos sociales o por motivos comerciales. La grosería siempre ha sido molesta, pero ahora llega a lugares insospechados, incluso dentro de nuestro ser, ampliado por la tecnología. Porque eso es lo bueno que tiene la tecnología actual, que nos complementa, no son simples herramientas, pero esto tiene sus inconvenientes.

La tecnología no es mala, son malas las personas... Bueno, un potro de tortura también es tecnología, pero generalmente la tecnología es buena. Son malos los políticos y los empresarios que son unos hijos de puta inhumanos y por ende todos los demás que tienen a su servicio, que forman imperios del mal con poderes ampliados por la tecnología. También hay políticos y empresarios buenos, pero como no molestan, pues no les hacemos ni puñetero caso.

Antiguamente era peor, había mucha más miseria, pero hubo épocas en las que se percibió alguna felicidad, y esto de la felicidad es percepción de cada individuo. En la Edad Media no había clase media. Pero para sobrevivir e incluso para ganar dinero no hay que confiarlo todo a la agresividad, al ímpetu capitalista ni siquiera a la abundancia, hay más cosas a tener en cuenta.

 

 Levantar un santuario personal no nos impide prosperar, necesariamente, incluso puede ser bueno, porque dentro de él aprendemos y desarrollamos una obra. Respetar los santuarios ajenos es bueno, porque dentro de ellos se puede generar algo bueno y porque así podemos esperar que se respete nuestro propio santuario personal.

 

 

 Ernesto García-Testón Gómez a 6 de noviembre de 2024.




(1) Esto es algo que se transmite de padres a hijos o de madres a hijos (y a hijas). Es algo que se hace sin darse cuenta, con buena intención y porque "es lo normal". Es algo que provoca reacciones desabridas reflejas en los adultos, por eso se transmite.

Yo creo que es algo que caracteriza a algunas familias. Cuanto más gilipollas y más cabronazos sean, más se acercan al desastre.
Hay una serie de Movistar que me sirve de ejemplo: "Gigantes". Los Guerra son gente peligrosa e insoportable y odian a su padre (interpretado por José Coronado), porque es un cabrón que no les deja vivir. No me parece una serie muy buena, pero si la comento así puede tener algún interés.

 


 

 

Las notas para este artículo las desarrollé en X:

 


 

 

 

 

Ernesto García-Testón Gómez 2024.

Este artículo está publicado con licencia Creative Commons.

Se autoriza a que se comparta o inserte mencionando la fuente.

No se autoriza la alteración del documento ni su uso lucrativo.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario